[Todos] Re: [Alumnos] hay cansancio con el tema, pero hay demasiado en juego
Mariano
marianogo2002 en yahoo.com.ar
Jue Mayo 29 18:52:03 ART 2008
Primero me parece patetitico este analisis , es vision plagada de errores ,tendenciosa ... y tiene fecha 20/05 me gustaria que vuelva a reescribir la nota...
ademas me parece un analisis muy simplicista
saludos
Mariano
--- El jue 29-may-08, Eduardo Scolnik <escol en indec.mecon.gov.ar> escribió:
De: Eduardo Scolnik <escol en indec.mecon.gov.ar>
Asunto: [Alumnos] hay cansancio con el tema, pero hay demasiado en juego
Para: alumnos en dm.uba.ar, gabriel en ingtornado.com, "fgnz" <fgnz en arnet.com.ar>, "Ana Cauerhff" <ACauerhff en leloir.org.ar>, "Emiliano Moscato" <emoscato en dc.uba.ar>, "Basta Ya" <bastaya.cansado en yahoo.com.ar>, todosqb en qb.fcen.uba.ar, todos en qo.fcen.uba.ar, cable en de.fcen.uba.ar, todos en biolo.bg.fcen.uba.ar, todos en at.fcen.uba.ar, todos en ce.fcen.uba.ar, todos en q1.fcen.uba.ar, lcefiec en de.fcen.uba.ar, todos en gl.fcen.uba.ar, alumnos en df.uba.ar, todos2 en at.fcen.uba.ar, allusers en iafe.uba.ar, todos en tango.gl.fcen.uba.ar, todos en quimor.qo.fcen.uba.ar, todos en ayelen.q3.fcen.uba.ar, docentes en iib.uba.ar, alumnos en dc.uba.ar, todos en bl.fcen.uba.ar, todos en df.uba.ar, alumnos-fisica en lists.fcen.uba.ar, cefiec en gruposyahoo.com.ar, todos en fbmc.fcen.uba.ar, docentes en dc.uba.ar, todos en di.fcen.uba.ar, todos-dm en dm.uba.ar, cefiec en decanato.de.fcen.uba.ar, todos en ic.fcen.uba.ar, todos en qi.fcen.uba.ar, unidad en ce.fcen.uba.ar
Fecha: jueves, 29 de mayo de 2008, 2:50 pm
Chicos :
El artÃculo que incluyo me pareció sumamente interesante y creo que vale la
pena leerlo. FaltarÃa enfatizar lo siguiente :
a)
Las diferencias entre la producción agraria y la industrial.
b)
La necesidad de todos los paÃses, y no solamente de la Argentina, de aislar el
mercado interno del internacional.
c)
La diferencia entre renta y los beneficios derivados del trabajo y la
inversión de capital. ¿ Qué es apropiable por nuestros gauchos
motorizados 4 x 4 y qué no ? ¿ Si sube 20 % el precio de la soja en Chicago;
eso se debe repartir en la sociedad o ir a las cuentas de Grobocopatel ?
Por: Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)
La pulseada por la renta
Fecha publicación: 20/05/2008
El prolongado conflicto entre el ruralismo y el gobierno ha derivado en una
agobiante pugna polÃtica. El primer bloque busca acaparar la renta agraria a
costa de la mayorÃa popular y el oficialismo necesita exhibir autoridad, para
implantar un Pacto Social que favorezca al conjunto de los capitalistas.
Las acciones del denominado “campo†escalaron hasta crear un clima
ingobernable y sus lÃderes se han envalentonado en las negociaciones. El
gobierno reaccionó con dureza, pero fracasó y quedó desconcertado. Sufrió
una erosión de electores y gobernadores, que lo indujo a buscar una
conciliación. Ahora parece inminente una nueva tregua, pero si se logrará o
no un acuerdo perdurable es una incógnita. Lo único evidente es que el
conflicto ha erosionado la cohesión que mantuvieron las clases dominantes
durante los últimos cinco años.
Causas y desencadenantes
Los ruralistas salieron a las rutas para resistir un sistema de retenciones
móviles a la exportación de soja. Pero cuestionan también los mecanismos de
impuestos y subsidios que determinan los precios de los alimentos. Junto a la
distribución de la renta se define cuánto habrá que pagar por el pan, la
leche o la carne.
Cualquier concesión al ruralismo implicarÃa aproximar el precio local de esos
productos a su creciente cotización mundial, agravando el encarecimiento de la
canasta básica. Este aumento tiende a revertir la disminución del Ãndice de
pobreza, que se ubicarÃa actualmente en un 30,3% luego de haber tocado el piso
de 26,9 % a medidos del 2006.
El conflicto en curso forma parte de una vieja confrontación que afectó a
todos los gobiernos. Como los voceros del “campo†se consideran
propietarios de la renta natural que generan los cultivos en Argentina han
chocado con todas las administraciones, que intentaron equilibrar el reparto de
ese ingreso.
La acción ruralista ha reactualizado todos los mitos que enaltecen a los
dueños de la tierra. Se afirma que toda la población “debe darle gracias al
campoâ€, como si conformaran el sector laborioso que sostiene al resto de la
sociedad. Suponen que la riqueza agraria es improductivamente redistribuida
fuera de ese ámbito, mediante perversos sistemas de clientelismo estatal.
En realidad ocurre todo lo contrario. La apropiación privada de la renta
(históricamente por los terratenientes y actualmente por sus herederos
capitalistas) ha sofocado el desarrollo industrial, perpetuado una inserción
primarizada del paÃs en la división internacional del trabajo. Lo que ha
imposibilitado la prosperidad social es la ausencia de medidas de
nacionalización directa o indirecta (por vÃa impositiva) de ese recurso.
La causa inmediata del conflicto ha sido la probable reducción de los grandes
beneficios que obtuvieron los ruralistas en los últimos años, como se
comprueba en el precio de la tierra o en cualquier otro Ãndice de las
ganancias del sector. (1)
Aunque persiste una favorable coyuntura comercial internacional, en el panorama
económico local se avizoran fuertes turbulencias. Los beneficios fáciles que
siguieron a la hiper-devaluación se han extinguido, junto al agotamiento de la
transferencia regresiva de ingresos. Se han disipado tanto la capacidad ociosa,
como los salarios formales abaratados y el consumo demorado que predominaron
entre el 2002 y el 2007. En un escenario más difÃcil todos reclaman una
tajada de la renta agraria. Los ruralistas porque la consideran propia y el
gobierno porque debe afrontar crecientes gastos para sostener un modelo de
subsidios a los capitalistas de la industria y los servicios.
La república sojera
Varias semanas de conflicto han permitido conocer las trasformaciones agrarias
que impuso la reconversión a la soja. Todo el bloque ruralista participa del
modelo que desplazó a los cereales y generalizó un monocultivo, que amenaza
la soberanÃa alimenticia, encarece el resto de los productos y contamina el
medio ambiente. Esta transformación ha provocado, además, una mayor
concentración de la propiedad. Solo el 20 % de los productores controlan el
80% de circuito de la soja. (2)
Tres grandes sectores controlan la elevada rentabilidad que genera esa
oleaginosa. En primer lugar, los contratistas (“Pool de siembraâ€) que se
nutren de fondos de inversión y operan en gran escala sobre las tierras
arrendadas. Grobocopatel, por ejemplo, es solo propietario del 10% de las
150.000 hectáreas que explota.
Los proveedores de agroquÃmicos (Monsanto, Dupont, Bayer) conforman el segundo
grupo de beneficiarios. Acaparan lucros mediante la fuerte dependencia que tiene
la producción de soja de las nuevas semillas y fertilizantes. El tercer sector
que se enriquece aceleradamente está constituido por cinco grandes compañÃas
exportadoras, que manejan el 90 % de las ventas, con beneficios corrientes que
superan ampliamente los 1.000-1.500 millones de dólares disputados con la
introducción de las retenciones móviles.
En esa cadena de comercialización -que principalmente controlan Cargill,
Bunge, Dreyfus, Nidera y Aceitera General Deheza (AGD)- se procesan los
principales beneficios de la soja. El cultivo es manejado desde la tranquera
hasta el barco por un enjambre privado de acopiadores, puertos y molinos. De
esa actividad participan también los agro-financistas, que operan mediante
compras y ventas a futuro, a través de acciones especulativas que podrÃan ser
afectadas por las retenciones móviles, si establecen un diagrama más
previsible de evolución de los precios.
Ninguna voz del bloque ruralistas ha cuestionado este circuito capitalistas.
Despotrican contra las regulaciones oficiales, pero no han dicho una sola
palabra contra los mayores dueños de este negocio.
El sostén oficial
Tampoco el gobierno menciona a los grandes grupos de la soja, ya que mantiene
una excelente relación con sus cúpulas, especialmente con UrquÃa (AGD),
Grobocopatel, Elsztain y el clan Werthein. El modelo en curso ha sido
intensamente apadrinado desde el ámbito oficial y ninguna medida que
improvisaron los Kirchner para resolver la actual disputa ha rozado los
intereses de sus aliados. A lo sumo evalúan ahora la formación de nuevos
organismos para “conocer la realidad del sectorâ€, pero sin introducir
gravámenes significativos.
Los ministros -que despliegan discursos demagógicos en defensa del pequeño
productor- han destinado durante cinco años, el grueso de los reintegros
(formalmente dirigidos a ese sector), a subsidiar a las industrias alimenticias
más concentradas. Este conglomerado acaparó, por ejemplo, los 473 millones de
dólares de compensaciones aprobadas durante el 2007 y como no existe ningún
registro de productores de soja es un misterio como se revertirÃan esos
privilegios. Para caracterizar quiénes son los amigos del gobierno basta con
recordar la cobranza mÃnima del impuesto inmobiliario, la falta de
actualización de este gravamen (en función de la valorización de los campos)
o el visto bueno oficial al incumplimiento de los pagos de seguridad social.
Todas las preocupaciones gubernamentales se han concentrado en las retenciones,
ya que al igual que el IVA este impuesto se recauda fácilmente y no se
coparticipa con las provincias. Su recolección apunta en la actualidad a
engrosar la caja, no solo para sostener los auxilios a los empresarios, sino
especialmente para afrontar un encarecimiento de los pagos de deuda externa.
Algunos defensores del gobierno elogian por sà mismas a las retenciones,
omitiendo que capturan una parte de la renta, sin redistribuirla (3). Quiénes
afirman que la iniciativa oficial sólo falló en sus tiempos y formas de
presentación, ocultan la utilización regresiva de un impuesto, que no ha
servido para mejorar sustancialmente el nivel de vida popular. Un mecanismo
regulador -que resulta indispensable para divorciar los precios internacionales
de los locales- ha sido principalmente utilizado por el gobierno a favor de los
poderosos.
Productores y explotadores
El conflicto ha ilustrado cuán obsoleto ha quedado el retrato clásico del
campo argentino, como un paisaje de latifundios improductivos y
chacareros-minifundistas. Pero en el nuevo contexto se ha instalado la falsa
imagen del pequeño productor agrario como una clase media empobrecida. El
ingreso de este grupo es reducido en comparación con los grandes capitalistas
del sector, pero no conforman un segmento agobiado por la miseria.
Un productor chico de la región pampeana con una propiedad de cien hectáreas
(es decir una extensión minúscula para la zona) obtiene una renta mensual de
10 mil pesos y en menos de un año su propiedad territorial se ha valorizado en
un 50%. (4). Esta ubicación social en gran medida explica por qué la
Federación Agraria (FAA) actúa en bloque con la Sociedad Rural.
Mantienen una sólida alianza con la entidad tradicional de los millonarios y
proponen en común la eliminación de las retenciones móviles. Ni a Buzzi, ni
a De Angeli se le ha escapado una sola palabra contra el establishment agrario
y han cajoneado los antiguos reclamos de regulación estatal de los cereales y
la carne.
Para justificar este giro han recurrido a dos planteos. Por un lado afirman que
“el gobierno no los atendió†y debieron “actuar con las otras
entidadesâ€. Pero olvidan que también podrÃan haber intentado un programa de
alianzas con los trabajadores.
Por otra parte subrayan que “las bases nos han pedido una acción
coordinadaâ€. Pero si esa demanda es cierta, ilustra cuál es el perfil social
de sus asociados, que se sienten a gusto actuando con la Sociedad Rural.
Quiénes efectivamente soportan el endeudamiento y la expoliación en el
heterogéneo universo agrario han quedado sometidos a este manejo
pro-capitalista de la Federación Agraria.
Esta actitud tiene antecedentes en las divergencias que enfrentaron en los
años 70 a la FAA con las Ligas Agrarias y en la actualidad se manifiesta en la
distancia que esa organización mantiene con agrupaciones de los desposeÃdos,
como el MOCASE o el Movimiento Nacional Campesino Independiente.
Estas agrupaciones canalizan las demandas de sectores realmente oprimidos.
Expresan, por ejemplo, a las 300 mil familias campesinas desalojadas de sus
tierras en últimos 10 años por avance de la soja. También representan a los
220 mil pequeños productores de regiones no centrales, que son vÃctimas de la
expansión de un cultivo que ya provocó el desmonte de 1,1 millón de
hectáreas. (5)
Pero el sector más invisible que aglutina a los explotados del sector está
conformado por 1,3 millones de peones rurales. El 75% de ellos trabaja en negro
y percibe un sueldo promedio de 600 pesos, soporta el mayor porcentaje nacional
de accidentes laborales y carece de protección social. Este segmento - no ha
recibido ningún goteo de la bonanza exportadora y su total ausencia durante el
conflicto confirma el carácter pro-capitalista de las demandas en juego.
La acción que convulsiona al campo es un lock out y no una rebelión de
oprimidos. Se ha desenvuelto como una acción patronal, con cortes de rutas que
coexisten con la continuidad de la actividad laboral tranqueras adentro. Sus
protagonistas retraen productos de la venta y especulan con el momento oportuno
de comercializar los granos o hacienda. Se guÃan por cálculos de mercado y no
por criterios de rebelión popular.
Aquà radica la diferencia abismal con el levantamiento del 2001. Quiénes
actúan en el agro no son desempleados, ni luchan por subsistir y quiénes aún
cacerolean a su favor en las grandes urbes forman parte de la clase alta. Los
mensajes del 2001 eran inclusivos y los actuales son excluyentes. En ese
momento los pequeños ahorristas se movilizaban contra los bancos, mientras que
ahora la clase media rural actúa ajunto a los poderosos.
Reacciones y comparaciones
La derecha se ha montado en el conflicto para reforzar el polo polÃtico que
construye desde el triunfo de Macri en Capital Federal. No solo retoman el
discurso neoliberal, sino que han resucitado también posturas gorilas que
parecÃan extinguidas. No ha faltado la tónica racista que enaltece el gringo
europeo de las colonias frente a los cabecitas negros del interior. Con esta
diferencia de piel reavivan el rechazo oligárquico al “aluvión
zoológico†que advirtieron en los años 50 y se han ganado el favor de los
medios de comunicación, que denigran a los piqueteros pero reivindican a los
participantes en tractorazos.
Por su parte, el gobierno optó por reforzar su repliegue hacia la burocracia
sindical y el aparato justicialista, que Kirchner intenta alinear desde Puerto
Madero. Supone que podrá contrarrestar con este sostén el fracaso del
proyecto transversal y la pérdida de apoyo entre las clases medias. Pero hasta
ahora solo logró reactivar a las patotas de la construcción y camioneros, que
ya repitieron el matonaje ensayado en San Vicente.
El gran escollo de la polÃtica oficial radica en que el peronismo está
agotado como movimiento popular. Conforma una estructura para administrar el
estado, pero que ya no entusiasma a nadie. Por esta razón las marchas
oficiales son operativos rigurosamente manejados desde arriba. El complemento
de acciones contestatarias que aporta D´Elia también carece de
acompañamiento popular. Son iniciativas mayoritariamente percibidas como
maniobras monitoreadas desde la Casa Rosada.
Por momentos el choque polÃtico entre el gobierno y la derecha parece
resucitar una vieja polarización entre el peronismo y el antiperonismo, pero
esta confrontación presenta tintes más culturales que polÃticos y es poco
probable que renazca como un conflicto significativo.
En cualquier caso, lo importante es evitar las falsas analogÃas, que algunos
establecen entre la disputa con el agro y las confrontaciones que se libran en
Venezuela o Bolivia. A diferencia de Evo y Chávez, los Kirchner han
establecido una alianza con el establishment, no colisionan con el imperialismo
norteamericano, no chocan con las clases dominantes, ni ha puesto en juego
demandas populares.
Como su gobierno tampoco es nacionalista, ni ha introducido reformas sociales,
es falso asemejar el conflicto actual con el marco que rodeó al primer
peronismo. Por otra parte, salta a la vista que la amenaza golpista solo existe
para un discurso de ocasión. No hay fuerzas armadas, ni sectores del
establishment interesados en que Cristina termine como Isabelita.
Posturas y programas
La izquierda ha intervenido en el conflicto con una variedad de posiciones, que
ha cubierto todo el espectro de alternativas posibles. La postura más
inadmisible es el sostén el lock out patronal en defensa de un “pequeño
productorâ€, como si perdurara un escenario de pequeños chacareros
enfrentados con los latifundistas. Este supuesto se inspira en una fotografÃa
congelada del pasado.
Por otra parte, la idealización de cualquier lucha con perfiles de
auto-convocatoria ha conducido a perder la brújula, en la caracterización de
los protagonistas y las peticiones en debate. Esta ceguera se alimenta de una
falsa analogÃa con las cacerolas del 2001 y en el desconocimiento del papel
reaccionario que pueden adoptar (en algunas circunstancias) las movilizaciones
de la clase media (como ocurrió con los camioneros de Chile bajo Allende o con
los estudiantes de Venezuela en la actualidad).
La incapacidad para registrar los conflictos de Kirchner con la derecha y la
obsesión por ubicar al gobierno como enemigo principal conduce a compartir los
espectros mediáticos y las acciones prácticas con figuras de la reacción.
Un error simétrico se verifica entre quiénes apoyan al gobierno, aceptando el
argumento de la escalada golpista (denunciada como una “acción
destituyenteâ€). En este caso se focalizan las crÃticas en los ruralistas y
en los medios de comunicación, omitiendo denunciar la evidente complicidad de
los Kirchner con las corporaciones de la soja. Se presenta al gobierno como una
vÃctima, olvidando que ha sido artÃfice de la polÃtica agraria regresiva que
precipitó el conflicto.
Es evidente que ningún argumento tradicional para aprobar al oficialismo
(“mal menorâ€, “adversidad de la correlación de fuerzasâ€, “peligro de
un retorno neoliberalâ€) alcanza para disimular la connivencia oficial con el
capitalismo sojero. A pesar de esta evidencia, el resurgimiento de la derecha
impulsa a algunos intelectuales a participar de una segunda oleada de
cooptación kirchnerista.
La creencia que se debe tomar posición a favor de los ruralistas o el gobierno
plantea una disyuntiva completamente falsa. Resulta perfectamente posible
denunciar el lock out, sin apoyar al oficialismo y es conveniente explicar por
que razón las retenciones son necesarias con modalidades muy distintas a su
instrumentación actual.
Hay otro camino para superar la crisis con programas alternativos, que han sido
ya formulados por varias corrientes e intelectuales de izquierda. El punto de
partida es un plan agrario para frenar la omnipresencia de la soja, recuperar
la diversidad de cultivos, asegurar la soberanÃa alimenticia y facilitar la
baratura de lo alimentos.
Pero el papel regulador del estado no puede limitarse a una administración de
retenciones diferenciadas, regionalizadas y coparticipables. Esta intervención
debe apuntar al control integral del circuito de producción y comercialización
agraria por medio del monopolio estatal del comercio exterior y la
nacionalización de las grandes corporaciones de exportadores,
comercializadores y pools de siembra. Esta transformación deberÃa ser
acompañada por una modificación radical de la propiedad en el campo,
introduciendo impuestos progresivos y erradicando las condiciones de
explotación del trabajador rural. Lo inmediato es derogar la ley de dictadura
que rige las actividades de este sector
Pero no alcanza con enunciar un paquete de medidas formalmente correcto si no
encuentra la manera de difundirlo en forma apropiada, estableciendo vÃnculos
con el conflicto real que opone a los ruralistas con el gobierno. La tentación
abstencionista de declararse al margen de este choque puede convertir al mejor
programa en un papel carente de influencia. No basta acertar con la respuesta.
También hay saber exponerla, buscando conformar una tercera opción, en un
momento de fatiga de la población con las maniobras ruralistas y las
contramarchas oficiales.
El panorama actual podrÃa cambiar si un programa popular de transformación
del agro empalma con la reactivación de la protesta social. Hay un nuevo dato
a favor de esta confluencia. El conflicto rural le ha otorgado legitimación
por arriba a la acción directa, ya que esta vez los artÃfices del piquete no
fueron los desocupados, los estudiantes, los obreros o los ambientalistas, sino
los propios beneficiarios del modelo. Este elemento puede favorecer el
desarrollo de una próxima oleada de movilizaciones sociales.
Notas:
1) El precio de la hectárea en Pergamino se elevó 132% entre el 2003 y el
2007 y las cotizaciones en la Pampa Húmeda superan a sus equivalentes de
Estados Unidos. En zona triguera el precio de la tierra es cuatro veces y media
superior al vigente en 1995, dos veces y media, el promedio de los últimos 10
años y casi el doble de la época de Lavagna. Como resultado directo de la
devaluación se consumaron aumentos de precios para los productos agrÃcolas,
que desde 2005 oscilan entre 80% 30% y15% (maÃz, trigo y soja). La renta
agraria obtenida sólo durante la campaña 2003-04 equivale a la obtenida en
entre 1992 y 1996 y es más del doble de la conseguida entre 1997-2001.
(Página 12, 14-7-07, 6-4-08, 5-8-07, 6-8-07)
2) En las últimas cosechas la soja ya ocupó el 60 % de la tierra sembrada.
Desplazó al trigo, al girasol y generó una caÃda del arroz, la avena y el
centeno, afectando también a la fruticultura y horticultura. Como se siembra
el tipo RR con glifosato su impacto sobre la contaminación ha sido
reiteradamente denunciada por los especialistas. El tamaño medio de las
explotaciones agropecuarias pasó de 469 hectáreas (1988) a 588 (2002) en un
cálculo que subestima el nivel de concentración, ya que los mismos
propietarios poseen más de una unidad (Página 12, 6-4-08, 20-4-08).
3) Es el caso de Humberto Tumini: “Los aciertos y los erroresâ€, Página 12,
6-4-08.
4) Página 12, 12-5-08.
5) Diversas informaciones sobre esta realidad han sido expuestas en las
últimas semanas por artÃculos aparecidos en Página 12 (11-4-04, 25-4-08,
17-4-08).
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