[Todos] Comentarios sobre los usos de la biotecnología
NEI-Graduados
nei en de.fcen.uba.ar
Lun Jun 1 17:13:11 ART 2009
Dados los comentarios sobre los cultivos transgénicos en respuesta al
reciente mail de NEI sobre el glifosato, nos parece adecuado hacer
algunos comentarios sobre este tema y el desarrollo de la
biotecnología en general.
Los avances tecnológicos, empezando por el control del uso del fuego
en los principios de la humanidad, si bien surgen desde un sistema
dominado por una posición ideológica definida y con un fin determinado
que no escapa a esa ideología dominante, en muchos casos pueden ser
usado desde otros marcos para fines ajenos o críticos a esa posición
ideológica.
La forma de uso actual de los cultivos
transgénicos ayuda mucho a concentrar el poder, quizás no tanto por
las razones que se mencionan habitualmente (el rendimiento de la soja
o maíz no transgénicos no es realmente tanto más bajo), sino porque el
transgén permite poner una "etiqueta" en la planta que autoriza a
patentarla (en realidad se patenta el transgén), y por lo tanto a
enjuiciar a quien no pague por sus semillas (cosa que antes era más
difícil de hacer, las nuevas variedades se registraban, no patentaban,
lo cual es una figura legal mucho más laxa). El tema está muy bien
tratado en el libro Gene Hunters, escrito por un investigador de
Kenia, el cual describe los problemas que esto puede traer en relación
al control de la producción de alimentos.
La estrategia de negocio de las grandes compañías agrícolas es similar
a la de los gigantes informáticos o del entretenimiento, o sea crear
semillas o software (como el Windows), música o películas que se
puedan propagar rápidamente, y vender masivamente en todo el mundo a
quienes lo puedan pagar (y castigar, según discreción o conveniencia,
a quienes copien cualquiera de estos productos). Este modelo de
negocio es muy efectivo para concentrar el poder y poner enormes
barreras de entrada a la competencia.
Estos grandes grupos tienen la capacidad de ejercer una fuerte presión
sobre los sistemas regulatorios de casi todos los países, asegurándose
la globalización de su negocio. Pero en cambio su poder no les alcanza
para generar innovaciones al mismo ritmo que el conjunto de la
comunidad científica, ya que la generación de innovaciones es muy
dependiente del libre intercambio de ideas, opuesto a invenciones
propietarias y secretas de las empresas. En la práctica, el sistema
funciona a través de la generación de un número muy grande de patentes
por un gran número de laboratorios, la mayoría de ellos de países
centrales, algunas de las cuales son adquiridas por grandes empresas.
Sólo una minúscula fracción de estas patentes dará lugar a productos
de venta masiva. El mercado al que se apunta es lógicamente el de los
ciudadanos con mayor poder adquisitivo, por lo que difícilmente estas
empresas inviertan recursos en mejorar cultivos que se consumen sólo
en países tropicales en desarrollo (por ejemplo para incorporarles
genes de resistencia a patógenos, o para mejorar su capacidad
nutritiva), o fármacos contra enfermedades como el mal de Chagas o el
dengue.
¿Qué alternativas nos quedan a países dependientes con un nivel
intermedio de desarrollo, como el nuestro, que por el momento, venimos
muy por detrás de los países centrales en la generación de propiedad
intelectual?
Una opción, la actual, es aceptar sin más el sistema regulatorio y de
patentamiento de los países centrales, y tratar de generar patentes y
de competir en igualdad de condiciones con ellos. Pero la chance
objetiva de avanzar con este camino (aún esperando juego limpio de la
competencia, cosa no tan probable) es muy baja. Por un lado, nuestra
capacidad de generar individualmente patentes útiles (es decir que den
lugar a productos de uso masivo), dados los recursos que invertimos en
ciencia, es muy limitada por una simple cuestión de probabilidades,
sería como apostar a la lotería. Por otro lado, el sistema de
patentamiento internacional es muy costoso, por lo que malgastaríamos
muchos de nuestros escasos recursos para ciencia en alimentar al
sistema regulatorio internacional. Y en el caso de los productos
farmacéuticos, aún si se llega a un desarrollo con real potencial de
aplicación, cómo le sucedió a un grupo de la Universidad de Quilmes,
los costos de los ensayos pre-clínicos requeridos internacionalmente
son tan altos que ni el CONICET ni las empresas farmacéuticas locales
pueden afrontarlos.
Una alternativa interesante a este modelo está basada en el desarrollo
de software de fuente abierta (open source). La informática pasó en su
desarrollo por etapas similares a la biotecnología, primero con un
libre intercambio de código, seguido por una etapa de código
propietario y secreto a manos de grandes empresas, seguida por la
"invención legal" del sistema de patentamiento de software de fuente
abierta, cuyo ejemplo más conocido es el Linux, y que está cobrando
cada vez más fuerza no sólo en el área académica sino también entre
empresas. Esto último es porque el libre flujo de código de
programación potencia tanto la velocidad de los desarrollos que a
muchas empresas les termina resultando más conveniente compartir sus
programas, por todo lo que tienen para ganar recibiendo las mejoras de
sus propios códigos hecha por otros de manera gratuita para ellos. En
la biotecnología existe el potencial de crear un sistema similar desde
el punto de vista intelectual, aunque el costo de los reactivos y
equipos de laboratorio son un gran impedimento. Sin embargo estos
costos tienden a bajar, y una propuesta de "biotecnología de fuente
abierta" viene creciendo lentamente desde hace algunos años. Australia
es el pais donde esta propuesta ha cobrado más fuerza:
http://www.bios.net/
y uno de los desarrollos patentado bajo este sistema llegó a ser
publicado en Nature:
http://www.nature.com/nature/journal/v433/n7026/abs/nature03309.html
(la importancia de este hallazgo es que logró romper con el control
absoluto de las tecnologías de introducción de transgenes en plantas
-Agrobacterium y gene gun- por parte de empresas).
En Brasil hay un movimiento muy fuerte de promoción del software de
fuente abierta y en paralelo surge el de la biotecnología de fuente
abierta, en el cual este país quiere posicionarse como líder. En este
artículo
http://rsss.anu.edu.au/~janeth/BrazilianEmbassySeminarReport.pdf%20.pdf
se discuten las ventajas que este sistema podría tener para permitir
que en países como los nuestros se logren generar, por ejemplo,
fármacos contra las enfermedades que afectan principalmente a nuestra
región.
Sin dudas sería muy bueno generar un debate en la comunidad científica
sobre qué estrategias de propiedad intelectual convendría que
siguiéramos en nuestro país y en nuestra región para que nuestro
trabajo contribuya al desarrollo social.
NEI - Graduados
> La inocuidad del glifosato respecto al ambiente y en especial a la salud
> humana está en el foco de una discusión pública a raíz de la publicidad de
> trabajos realizados por el grupo del Dr. Andrés Carrasco sobre el efecto
> del herbicida en embriones de anfibios, un modelo ampliamente utilizado en
> estudios de desarrollo.
>
> El tema no es menor, Argentina es uno de los mayores usuarios de este
> herbicida, las cantidades que se usan por unidad de superficie se
> incrementan año a año y el control sobre la forma en que se fumiga es casi
> inexistente. Hay ya poblaciones que han sufrido importantes daños, y, por
> supuesto, hay enormes y muy poderosos intereses en juego.
>
> Debido a que la denuncia proviene de un estudio científico, se involucra
> directamente a la comunidad científica en el debate. Temas como éste
> desafían al científico “puro” y a la ciencia “neutral” para mostrar cómo
> –lo quieran o no, lo crean o no- los científicos se encuentran
> condicionados por los intereses y por el contexto social, político y
> económico. Temas como éste ponen en discusión si los científicos actúan
> como actores críticos y comprometidos con este contexto o no.
>
> Si bien han surgido cuestionamientos sobre el tiempo y la forma en que
> Carrasco dio publicidad a sus resultados, la discusión de fondo es si el
> sistema científico y los individuos que lo componen avalan y sostienen un
> modelo de producción (y de ciencia) en el cual se prioriza el rédito
> económico sobre la salud de la gente y de la naturaleza, o si alguna vez
> pueden ponerse del lado de los desamparados.
>
> En nuestra opinión, la autoridad máxima del sistema científico nacional,
> el Ministro Barañao, se ha ubicado del lado equivocado. En vez de –en
> primer lugar- denunciar que un grupo de investigación estaba siendo
> sometido a presiones a raíz de los resultados de su trabajo, e
> inmediatamente involucrarse en forma directa en el tema, corroborando las
> investigaciones y en ese caso tomando medidas precautorias y hacer valer
> lo investigado, descalificó el trabajo del grupo de Carrasco, diciendo a
> los medios que el CONICET no avala esos trabajos del grupo. ¡Pero el
> CONICET nunca da aval explícito a los cientos de trabajos que sus
> investigadores publican! Repudiamos esta actitud del ministro, y en cambio
> destacamos la actitud de los firmantes de la declaración “Voces de alerta”
> de salir al cruce de cualquier presión que el poder económico quiera
> ejercer sobre la investigación científica estatal (para adherir a la
> declaración ir a: www.voces-de-alerta.blogspot.com).
>
> No todos los científicos somos especialistas en desarrollo o herbicidas, y
> la mayoría tampoco conoce al detalle los experimentos del Dr. Carrasco,
> pero sí sabemos que nuestra obligación es brindar a la sociedad
> información honesta y confiable y comprometerse con las consecuencias y
> aplicaciones de nuestro trabajo. Y si consideramos que las investigaciones
> realizadas no son suficientes para llegar a una conclusión, no habría que
> descartarlas sino profundizarlas. Después de Hiroshima y Nagasaki, ningún
> científico puede rasgarse las vestiduras por haber sido sorprendido en su
> inocencia.
>
> Estos días el llamado comité de ética de ciencia y tecnología formado por
> científicos e intelectuales le ha pedido al ministerio de ciencia y
> técnica un estudio interdisciplinario (en el que llamativamente no fue
> convocada la clínica médica), para evaluar sobre todo los efectos del
> glifosato sobre la salud humana. Es lo que debería haber hecho el CONICET
> mucho tiempo atrás, antes de la “sojización” masiva del campo y es lo que
> tiene que hacer urgentemente la comunidad científica. Pero este comité no
> puede quedarse sólo en un tibio pedido de compromiso al ministro, sino que
> debe comprometerse realmente con la acción que inició. Si el ministerio y
> el CONICET hacen oídos sordos, o convocan para el estudio a científicos
> involucrados con los intereses en juego, o no toma en cuenta las denuncias
> de la población expuesta al glifosato, la comunidad científica tendrá que
> organizarse y ponerse a trabajar para tomar ésta tarea en sus manos.
> Comprometerse críticamente con la realidad social, política y económica es
> la única forma en que se puede realizar ciencia beneficiosa para el
> pueblo.
>
> La ciencia comprometida deja atrás la falsa dicotomía entre ciencia básica
> o aplicada.
>
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