[Todos] [Alumnos] Robo en la entrada a ciudad.

Val valeridiaz en gmail.com
Lun Ago 1 17:57:34 ART 2011


Había una vez una aldea de pitufos. Vivían en una zona alejada de todo lo
demás, cerca de un río, rodeados de árboles gigantes, calandrias, tordos y
lombrices. Comían todos los días juntos en comedores inmensos, leían todos
juntos en bibliotecas hermosas con niditos de gorriones en sus techos y
ventanales gigantes que mostraban barquitos a lo lejos en el horizonte. Todo
parecía tranquilo, apacible y feliz. Pero afuera, el río que sostenia los
barquitos estaba sucio y contaminado, con casi nada de nada de oxígeno y el
olor nauseabundo inundaba las narices de los otros, los que no eran pitufos
ni vivían en la aldea. A los pitufos no les llegaba porque los vientos
siempre alejaban esos olores. Pero los olores estaban ahí, secretamente,
ocultos a las miradas inocentes de los pitufos tras los cristales
imponentes. Las calandrias y los tordos y las lombrices tampoco la pasaban
bien, estaban tristes porque cerca de ahí habían venido unas máquinas
gigantes y habían construido asfalto sobre la tierra y habían tapado las
raíces de los árboles con cemento y cal. Pero los pitufos no se daban cuenta
porque las calandrias y los tordos y las lombrices que aún quedaban vivos y
felices porque todavía no se habían enterado de la invasión, seguián
regalándoles su canto y sus colores y los pitufos entonces seguían
deleitándose como siempre. En la aldea, hacia dentro de ella, las cosas se
compartían, se cuidaban con recelo y temor de dañar lo que había, reinaba un
clima de fraternidad y sencillez que afuera no existía. Un día, la misma
fuerza que había contaminado el río, que se había robado el oxígeno, que lo
había llenado de productos industriales, la misma fuerza que había dirigido
la invasión de las máquinas que habían tapado con asfalto y cal los árboles
y los pájaros y las lombrices, llegó a la aldea. En realidad, ya tenía un
par de representantes adentro pero ningún pitufo se había dado cuenta de que
estaba ahí, salvo algunos. De esa fuerza llegó primero su olor nauseabundo
de descomposición y muerte y los pitufos (algunos), intentaron atraparla con
redes para cazar mariposas, con sabanas, manteles, camisas abiertas,
pañuelos. Pero no lo lograron y la descomposición pasó. Se hizo una casita
en la entrada de la aldea y se quedó ahí para siempre. Esa fuerza en
realidad vivía en el afuera y tenía su centro de masa en una cosa, un
concepto, que se llamaba "Estado burgués", aunque mucho pitufos ni hubieran
oído hablar jamás de una cosa así. Cuando un par de pitufos dijeron la
palabra, los demás dijeron "pero qué importa!, hay que sacar el olor, me
duele la naricita, me lloran los ojitos, se me tapan los oidos!, hay que
solucionarlo ya" y no entendían que el problema no era el olor o la bruma,
que eran la expresión de la fuerza, sino la fuerza misma, su centro, su
energía principal.

Los pitufos tenían un punto a favor: estaban acostumbrados a, practicaban
todos los días, entender el mundo desde distintos caminos porque sabían que
lo real no se les presentaba tal cual era sino con mediaciones, siempre muy
oculto y turbulento y caótico. Estaban acostumbrados a analizar el universo
con desconfianza, preguntando siempre por qué y cómo dónde y para qué.

Pero con esto de esta fuerza, se bloquearon. La fuerza los viene venciendo
desde hace tiempo y cada vez avanza más y más y la aldea ya no es lo que
era.

Todavía siguen discutiendo los pitufos sobre cómo deshacerse de la
descomposición y no encuentran manera de salvar su mundo. Quizá cuando vean
que el problema más grande y terrible existe realmente, quizá cuando
entiendan que la aldea no puede ser separada, fragmentada, del afuera, estén
preparados para solucionar el problema de raíz.

No hay solución inmediata y facil y simple y expeditiva para el problema de
"los robos en ciudad universitaria", porque no puede ser resuelto algo que
tiene raíces muy profundas en la estructura social actual, en las bases
materiales sobre las que se construye esa estructura. Ojalá hubiera solución
simple, pero estaríamos hablando de un universo paralelo. En este las cosas
funcionan de otra forma. Son complejas, difíciles, tardan mucho tiempo,
cuestan, necesitan planificación y organización revolucionaria.

Ahora, esta semana creo, sale una película que se llama igual: Los Pitufos.
Yo igual sé que eso es mentira de Hollywood. Porque Los Pitufos están ahí,
en la aldea del río y las lombrices y las calandrias y los tordos, en sus
comedores gigantes y sus libros eternos, los veo siempre, intentando
preservar su aldea mágica del afuera. Lo sé porque soy una de ellos y yo
también amo esa aldea. Por eso quiero destruir esa fuerza, para que entonces
nuestro bosque y nuestras bibliotecas y nuestros comedores y nuestra Ciencia
se expanda al mundo entero y el universo sea finalmente tan único y tan real
y tan libre como todos sabemos que puede ser.



El 4 de enero de 2005 22:46, Roxana <roxana en bl.fcen.uba.ar> escribió:

> El día que se acaben los problemas no va a ser cuando se lleve a cabo la
> revolución, sino cuando se acabe la idiosincrasia.
>
> -Rox-
>
>
>
>


-- 
Val
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